Thursday, September 20, 2007

Mithdraug - Capitulo 0: De la casa de Eöl

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En pocas ocasiones regresó Eöl al palacio, la mayor parte de ellas fueron cuando los enanos comenzaron los trabajos con el fin de hacer armas para Thingol. Fue en esos viajes que Eöl aprendió de herrería, conoció al mismo Telchar de Nogrod, supo del trabajo del bronce, el hierro y el acero.

Como consecuencia, el taller se convirtió en un horno para la forja, todos los varones debieron aprender las artes del metal. También comenzaron los viajes de Eöl a las afueras del bosque, para buscar la materia prima de su nueva afición.

Por no encontrar suficiente hierro, Eöl tubo que mantener en un principio comercio con los elfos de Menegroth, ya que estos a su vez eran los que compraban el material a los enanos. Debido a los problemas en la construcción, quienes hicieron esos recorridos fueron Gond, Tâliramed, Êletin y Alfirin.

La que antes fue una Silobeingwenni, era bien recibida por muchos que la amaron mientras vivía en el palacio, a pesar de todo. Por lo mismo, las pocas veces que no pudieron regresar el mismo día, les era fácil encontrar algún sitio acogedor en el cual dormir. Pero hubo unos que nunca los perdieron de vista y cuyo rencor se podía ver en la mirada, en ese grupo hubo alguien que seguía a sus amigos, mas el amor y no la ira fue su motivo.

En ese tiempo nació el hijo de Târdoron y de Rosselaer, Polranc, que fue el primero que aprendió la herrería desde la infancia.

El día en que por orden de Eöl, Gond quedo con los enanos para poder comprar a ellos el metal y ya no tener que ir a Menegroth, los elfos de Maercamim les cerraron el paso. Quizá todo hubiera terminado en tragedia, de no ser por que Ayakidim dio la alarme, diciendo que unos Avari salvajes habían entrado al bosque.

Los agresores huyeron por el acercamiento de la guardia, cuando preguntaron por los criminales, lo único que pudieron decir fue la dirección en que escaparon, ya que Alfirin no quiso dar sus nombres.

Tiempo después, en la misma época en que Melkor fue liberado y que por medio de engaños se ganaba la confianza de los Noldor, Ayakidim llego a la casa de Eöl para preguntar por la salud de aquellos a quienes salvo. Eöl lo vio con desconfianza.

Cuando el elfo regreso en otra ocasión y le pidió vivir con ellos un tiempo, el amo se negó. Pero Gond lo apoyo y le hablo a su amo sobre la hazaña del elfo, de todas maneras no le agrado la propuesto. Con el fin de hacer que el extraño desistiera, y por que aun la oscuridad no hacia presa de su corazon como para correrlo sin motivo, Eöl le dijo que trabajaría en la forja como todos los demás, Ayakidim lo aceptaba. Por un instante el amo se quiso negar rotundamente, pero al recordar los rumores de los enanos y algunos de los peligros que quizá enfrentara en sus viajes a las afueras del bosque, decidió tenerlo por un tiempo.

Ayakidim sufrió con los trabajos en la herrería, por lo cual disfruto mucho con los viajes de exploración. Poco a poco se fue haciendo evidente el motivo de que no se fuera, ya que nunca perdía la oportunidad de estar con Êletin, lo cual complació a Gond e intento que su hija le correspondiera. Pero Êletin no sentía aprecio por Ayakidim y a pesar de que su conducta fue cortés, nunca acepto su amor.

Después de mucho tiempo de cortejar a Êletin y de vivir en la casa de Gond, Ayakidim decidió partir por el rechazo. A Gond no le agrado su partida, trato de convencerlo por varios medios e incluso discutió con su hija mayor. Pero ella se mantuvo firme.

Eöl le dio la autorización para partir, aclarándole antes que nunca podría regresar si se iba de esa forma.

En el momento en que Ayakidim estuvo a punto de dejar las tierra de Eöl, fue detenido por una frágil figura en el camino. Era Rossethuir, quien se enamoro de él y viendo que la separación se hacía eminente, intento convencerlo para que se quedara. Eso lo desconcertó, pero de todas maneras se partio.

Durante el tiempo que siguió, las habilidades del herrero y si gente aumentaron día a día. Junto con la brecha entre Êletin y Rossethuir, la primera intento que no hubiera separación; pero cuando su hermana le reclamo por ser la causa de que su amado se fuera para siempre, sin tratar de entender lo que realmente ocurrió y engañándose sobre las intenciones de Ayakidim, Êletin decidió no seguir adelante con la reconciliación.

En esa época nacieron las hijos gemelos de Beinglinn y Mithendô, cuyos nombres fueron Khorkan y Khorndak, aunque estos se les dieron pocos años después.
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En el tiempo en el Melkor logro enemistar a los príncipes de los Noldor y en que les hablo acerca de las armas, así como de falsas traiciones que los engañados hicieron verdad. Eöl y Garatndam exploraban tierra lejos del bosque en la parte este, cuando vieron como algo cayo del cielo envuelto en llamas y se adentro en Nan Elmoth.

El bosque de Nan Elmoth fue uno de los más hermosos y gloriosos de la época bajo las estrellas, ya que fue ahí donde Ëlwe se encontró con Melian e iniciaron su reinado juntos. Pero esa belleza se convirtió poco a poco en misterio y abandono cuando se mudaron al Noroeste para establecerse en Menegroth, por esa razón Eöl y Garatndam fueron los únicos en observar la caída de la roca del cielo.

Ambos fueron a investigar y fue en esa ocasión en que Eöl encontró la materia prima para la más grande de sus obras, tomaron lo que pudieron y regresaron al hogar. Ahí Eöl experimento con todo a su disposición hasta crear el galvorn, en estas labores sólo acepto la ayuda de Garatndam y de Merékgwaew, el más reservado de los hijos de Gond. Durante mucho tiempo mantuvo el secreto de su descubrimiento, incluso a los mismos enanos se los oculto.

Eöl intento mantener su unión con los enanos, sin la intromisión de los demás Sindar, por lo que en una ocasión recibió a Etain y Emain, familiares de Telchar. Por designios del destino, esa visita ocurrió al mismo tiempo en que Melkor cruzo a la Tierra Media para huir de los Valar y en que sus balrogs tuvieron que salvarlo de su aliada. El grito que lanzo fue escuchado hasta el sur de Region, se tomo como un augurio de futuras desgracias. Por ellos los enanos se alejaron para resolver sus asuntos lo antes posible y regresar a sus mansiones.


Poco tiempo después de que los enanos se fueron, volvió Ayakidim a la casa de Eöl, el motivo que lo impulso fue la posibilidad de unirse a la familia de Gond por medio de la boda con Rossethuir. Pero debo asegurarle que no fue el amor a ella la razón de su regreso.

Eöl no lo acepto y cuando lo amenazó con su espada de galvorn, escucharon ruidos extraños desde la distancia. La tranquilidad del bosque se irrumpió, se sintieron amenazados por un peligro antiguo y reforzado, por lo que dejaron la discusión de ese momento y fueron a ver la causa de ese escándalo.

Lo que vieron los dejo espantados, observaron como cientos de orcos bajaban siguiendo la corriente del Celon, así como una ueste tan numerosa que pudieron verla atravesando las montañas y tenían como camino al Gelion.

El terror se apodero de todos, volvieron al hogar, recogieron todas las armas hechas hasta el momento, sacaron las monturas para que llevaran a las mujeres y a los niños en la huida e iniciaron la defensa.

Todos se armaron con yelmos, petos, espadas y hachas. Êletin fue la única de las mujeres que no quiso escapar, de modo que también se armo para el combate. Ayakidim se alisto con todos para la lucha.

Por fin las mujeres fueron en dirección al palacio para pedir auxilio, con Polranc escoltándolas. Pero los hijos de Mithendô se escurrieron y sin el permiso de nadie, siguieron a los adultos. Mientras tanto los orcos se separaron en grupos, entraron en el bosque en distintos puntos para ver si podían llegar a casas y familias de elfos diseminadas.

Desde la penumbra en la entrada del bosque, comenzaron la defensa. Ayakidim mato a la vanguardia del grupo que se acerco a la casa de Eöl, los orcos fueron en la dirección de la que llegaban las flechas para matar a los defensores; pero aprovechando la protección de los árboles, así como sus ropas oscuras, Garatndam, Târdoron, Mereksîr y Mithendô atacaron la retaguardia, matándolos antes de que pudieran avisar a sus compañeros.

Cuando se dieron cuenta los orcos, uno de ellos trato de tocar el cuerno. Pero Ayakidim le atravesó la garganta con una flecha, la confusión hizo presa de los agresores, por lo que Eöl, Gond, Êletin, Merékgwaew y Tâliramed aprovecharon para eliminarlos.

Una vez muerto el primer grupo de orcos, Ayakidim trato de recuperar las flechas gastados; pero casi la mitad de ellas habían sido rotas por las ropas de hierro de los orcos. Cuando examinaron sus propias armas y las del enemigo, se alegraron de haber aprendido del arte de los enanos, ya que sin él no se hubieran podido defender. Eöl también vio la gloria de su espada, la cual relució, parecía que el metal negro había disfrutado con el derramamiento de sangre y quería más.

Escucharon ruidos cerca, se dieron cuenta de que más orcos iban hacia ellos, por lo que se escondieron lo mejor que pudieron y atacaron al siguiente grupo de orcos. Les dieron muerte a todos, pero en esta ocasión Mithendô fue herido en un brazo y Merékgwaew recibió un corte en una pierna. En ese instante se escuchó ruido desde la casa, por lo que volvieron la más rápido posible y descubrieron que una partida de orcos habían llegado a ella.

Lo primero que vieron fue cuando los orcos prendían fuego a la herrería cerrada, atacaron a los enemigos con un gran odio, la espada de Eöl relució con ira cuando reflejo las llamas y provocó terror en las orcos. Algunos huyeron, mientras otros se quedaron para recibirlos.

Desde la herrería se escucharon gritos, al ver a una ventana descubrieron que los niños se encontraban dentro, entre Êletin, Meréksîr y Tâliramed lograron sacarlo. Pero los orcos que habían huido regresaron cuando vieron que los defensores eran menos, por lo que todos tuvieron que pelear.

Lograron salir con la muerte de casi todos los orcos y se dirigieron al norte, pero no habían caminado mucho cuando encontraron a los enanos de Etain y Emain, los cuales intentaban encontrar un camino de regreso a su hogar. En ese instante comenzó a llover.

Con la ayuda de los 20 enanos de la comitiva, volvieron y mataron a los orcos. Usaron las armas y herramientas que sobrevivieron al incendio de la herrería, improvisaron una pequeña fortificación, atendieron a los heridos lo mejor posible y esperaron el siguiente embate.

Los que también sufrieron daño en la última batalla fueron Târdoron y Gond, a Êletin la alcanzó una daga en el hombre, pero se negó a parar para ser atendida. Junto con ellos, 4 enanos habían sido heridos y 2 murieron.

Cuando creyeron que sería su fin, ya que los orcos los rodearon, escucharon los cuernos de batalla, el ejercito de Menegroth se acerco al lugar y los orcos escaparon.

Cuando el ejercito paso cerca, Ayakidim y Meréksîr se unieron a él, mientras el resto inicio los trabajos de reconstrucción. Fue entonces que los niños dijeron que los orcos atacaron y que al descubrir la herrería intentaron apoderarse de todo su contenido, sobretodo del metal negro, ese fue el motivo de que se encerraran adentro. Este fue el hecho por lo cual sus nombres fueron cambiados a los que le he dicho.

El seguimiento de la batalla lo ha de conocer usted muy bien, ya que fue el primer combate en Beleriand y el motivo por lo que se creo el reino de Doriath, con su frontera principal dada por la cintura de Melian. Pero algunos orcos quedaron dispersos en el bosque, atacaron antes de que se les descubriera y diera muerte, debido a lo cual los trabajos de reconstrucción no fueron tranquilos. Hasta que algo por completo inesperado ocurrió, por que Ithil se elevo en el cielo y al verla, todo orco que vagara aun en Beleriand, huyo aterrado a la oscuridad de Angband.

Con las labores emprendidas lo único que se pudo hacer fue improvisar un refugio, juntar todos los alimentos posibles y rescatar la herrería. Lo que se salvo fueron las piezas de hierro, bronce y acero, aunque mostraron quemaduras, e incluso algunas de bronce se derritieron en los puntos más delicados. Todo lo de oro, plata y cobre fue destruido, en su lugar se encontraron charcos de metal fundido. Pero esas perdidas fueron minúsculas para Eöl, por que su amado galvorn estaba intacto y ni el humo ni el calor intenso lograron hacer que perdiera su brillo azuloso.

Poco después regresaron las mujeres al hogar, contaron que sufrieron un ataque en la huida; pero Polranc, Lothethuir y Maltaklaro se encargaron de defender la retaguardia, tanto Polranc como Lothethuir fueron heridos, sin embargo no dejaron que algún orco se acercara. Lograron juntarse con otros que escaparon de los orcos y entre todos se protegieron mejor, mas las historias de los otros elfos fueron mucho más trágicas, por que debido a la falta de armas, murieron en gran número antes de juntarse.

Consiguieron llegar hasta el ejercito de Menegroth que ya iba en camino y les contaron de la enorme glamhoth con dirección a los 7 ríos. Por eso fue que la armada de Thingol tomo esa dirección.

Cuando el séptimo ciclo de Ithil termino, regresaron Meréksîr y Ayakidim a la casa de Eöl, contaron historias de grandes peligros en el norte, así como de una gran derrota sufrida por Melkor, bajo las espadas de unos mensajeros de Aman. Al señor de la casa no le agradaron las nuevas, por que sospecho que una extraña y terrible relación existía entre el regreso del enemigo y la de los supuestos salvadores que peleaban con él en el norte.

Fue entonces que Eöl acepto a Ayakidim entre los suyos, tanto por la necesidad de hubiera más defensores y eran atacados nuevamente, ayudara en los trabajos para reconstruir la armeria.

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